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3 julio, 2017

La gran historia de fe de Anthony Leung, el segundo misionero salesiano de China

Anthony Leung es un joven clérigo salesiano nacido en Hong Kong (China) que completa su formación como misionero durante dos años en Sierra Leona. Es el segundo misionero en la historia salesiana salido de China. A diario visita escuelas salesianas, comparte con los menores juegos y catequesis y, sobre todo, contagia la alegría de Don Bosco para que, como él dice, en el futuro sean “buenos cristianos y honrados ciudadanos”.

La historia de su vocación y su labor diaria son un gran testimonio salesiano de fe: “Me bautizaron cuando yo era un alumno de primaria. En realidad yo no sabía nada de Dios y me preguntaba por qué había tanta gente que creía en lo que no podía ver. Mi maestro me dijo que sería muy bueno para mí en el futuro que fuera católico, así que simplemente acepté”.

Después de su graduación, durante cinco años, tuvo varios trabajos: en el aeropuerto, en un hotel, en una oficina y hasta en una escuela… “Viví muchas experiencias. Estaba muy feliz porque ganaba mucho dinero para poder comprar cosas que quería, viajaba a otros países, tenía muchos amigos y hasta me enamoré de una chica, pero sentía que estaba perdido, solo e indefenso cada noche cuando llegaba a casa”, reconoce el joven salesiano.

“Cuando entré en la escuela un salesiano me dijo que fui guiado hasta allí por María Auxiliadora y ahora miro hacia atrás y me doy cuenta de que era verdad”.

Esa sensación estuvo en su corazón durante más de dos años y hasta abandonó la oración y dejó de ir a misa. Reconoce que perdió totalmente a Dios durante esos dos años y se dio cuenta de que su vida era inútil “porque no quería enfrentarme a la realidad y tenía miedo”, recuerda.

En la Jornada Mundial de la Juventud de 2008, en Australia, sintió la llamada de Dios: “Cuando el Papa levantó la Eucaristía consagrada sentí un sentimiento muy fuerte de que me estaba llamando a seguirlo, a trabajar para Él. Después de aquel viaje decidí entrar en el seminario salesiano. Hablé con mis padres pero la noticia los sacudió. Mi madre lloró y no nos hablamos durante casi una semana, pero realmente quería seguir el camino de la vida religiosa y estoy cumpliendo ese sueño”.

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